Semana 7 (II): Solo amigos y predicciones inciertas

Había vuelto a quedar con Diana. Ella había sido sincera con lo que esperaba de aquella relación y él debía hacer lo mismo. Pero, como siempre, con ella era todo un caos y acababa más confuso que al principio.

Primero le dijo que no había nadie como él y que no le gustaría perder lo que tienen; pero en cuando Álex se puso serio y le habló de sus sentimientos, de su deseo de formar una familia, entonces la cosa cambió.

Comentó que lo mejor para ambos sería dejarlo y, tras esas palabras, se marchó dejándolo tan sorprendido que se quedó allí plantado mirando a la nada por unos segundos. ¿Qué acababa de pasar? ¿Habían roto definitivamente? No del todo, porque la barrita rosa seguía ahí, llena hasta los topes. ¿Entonces? ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?

A la mañana siguiente volvió a llamarla. Ambos sabían que aquello había terminado, pero debían hacerlo oficial.

―Sé que lo nuestro se ha acabado. Pero me gustaría que siguiéramos siendo amigos.

―Sí. Yo también quiero seguir siendo tu amiga.

Ya estaba hecho. Al igual que Diana había dejado de formar parte de su futuro, la rosa que le había regalado en su primera cita improvisada en el karaoke y que había estado guardando desde entonces también desapareció de la estantería.

La vida seguía y, aunque triste, se sentía liberado . Además, Gumersinda enseguida estuvo ahí, a su lado, para hacerle sentir mejor. ¿Cómo iba a estar mal teniendo a esas dos ricuras que se desvivían por él? Porqué, sí, también había acabado adoptando a aquella perrita; aunque decidió cambiare un poco el nombre y llamarla Sinda.

Parecía que todo le iba bien. Las ventas iban de maravilla y, con dos perras en casa, nunca estaba solo. Eran la alegría de su vida y se sentía preparado para dar el siguiente paso. Lo tenía claro. No necesitaba una novia o esposa para crear su propia familia.

Cogió el teléfono he hizo la llamada.

No tenía muy claro que le dejaran adoptar si alguien venía a comprobar el estado de la casa, así que prefirió pagar un poco más para ahorrarse ese trámite. Ahora solo quedaba esperar y volvería a tener la oportunidad de ser padre.

La espera iba a ser larga, lo sabía, pero mientras tanto se sorprendió a si mismo al conseguir completar el reto de aspiración; tanto trabajo y tanto cruzar ranas había merecido la pena.

Llevábamos tiempo sin saber nada de nuestra amiga Diana cuando de repente nos llama para ir al festival del romance. Es la primera vez que hablamos desde la ruptura y no queremos dejarla colgada, aunque ir a ese festival los dos solos acabaría siendo demasiado incómodo. Al final decidimos que es mejor ir pero con algo más de compañía, una salida de amigos, así que le pedimos a Katrina y nuestra profe de fabricación que nos acompañen.

La cosa no empieza demasiado bien. Estamos tan nerviosos que, en un intento de romper la tensión, le lanzamos un puñado de pétalos a Katrina de una forma tan desastrosa que casi se asfixia. Menos mal que luego conseguimos relajarnos todos un poquito bebiendo algo de poche junto a la fuente.

Fue en es momento cuando la vio. Una chica preciosa que parecía sacada de una película de Pixar. Su corazón virtual se aceleró nada más verla.

Apenas habían cruzado dos palabras que el gurú del amor ya estaba allí, entre ambos, soltando sus frases místicas que ayudaban más bien poco. Aunque esta vez llevara algo de razón.

Era demasiado pronto para empezar algo nuevo, pero al mismo tiempo ya no era un chavalín, no podía seguir dejando pasar la vida como si nada. Sí se le presentaba de nuevo la oportunidad de encontrar el amor, ¿no debía aprovecharla?

Tal vez sí. Aunque ya era demasiado tarde, la chica se había ido y no conocía nada más que su nombre: Lynn. Quizá el gurú del amor tenía razón en sus predicciones.

CONTINUARÁ...

Foto Bonus

Mira que hay ropa, y bien variada, en el juego. Pero nada, que este insiste en que todas las sims vayan vestidas con la misma camiseta...