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Foto del escritorKiliara Unia

Capítulo 3: Planes de futuro

Lo mejor de vivir en una granja, por mucho que odiase trabajar en ella, era la comida; pues como bien decía la bisabuela Vivianne, o muma, que era como ella la llamaba desde niña: la base de une buena receta son sus ingredientes. Sin duda era la mejor cocinera de la zona y no lo decía solo por que fueran familia, no, es que era la pura verdad. Algún día Saoirse llegaría a ser tan buena como ella, no le cabía duda, aunque de momento debía pedirle consejo para todo si no quería acabar provocando un incendio. Como aquella misma tarde, en la que estaba intentando hacer unos pastelitos para llevar a casa de Janine.

Salió corriendo de la casa en cuanto terminó, no quería cruzarse con su madre y volver a discutir otra vez por lo mismo de siempre. Mejor evitarla. En el hogar de los Horvarth, sus amigos ya habían empezado la merienda, aunque solo habían podido tomar té helado ya que ella llevaba los dulces; solo por eso consiguió que le perdonaran el haber llegado tarde.

—¿Entonces ya has pensado qué harás para conseguir el dinero? —preguntó Janine después de estar un rato charlando.

—Qué va. Estamos demasiado lejos de todo para pensar en un trabajo de media jornada y tampoco es que tenga ningún talento especial que explotar.

—¿Cómo que no? —replicó el rubio tras darle un bocado al tentempié que les había traído—. Cocinas de vicio. Siempre podrías hacer pasteles y venderlos en la plaza.

Saoirse empezó a reírse con el comentario; menudas ocurrencias tenía su primo.

—Si está tan bueno es gracias a muma . Además, que si lo intentara y no se vendieran luego se pondrían malos y habría que tirarlos. Acabaría perdiendo dinero.

—¿Entonces cómo lo harás? —intervino su amiga.

—No lo sé, ya encontraré la manera. Pero dejemos de hablar de mí. ¿Qué hay de ti, Ian? ¿Cómo piensas reunir el dinero sin que tus padres se enteren?

—He pensado en vender mis tallas de madera por plopsy. Tendré que venir aquí a hacerlas, o ir a tu casa. Así que preparaos para ver mucho este jeto.

Mientras hablaban, y reían, no se percataron del sonido de unas pisadas subiendo por las escaleras. El pequeño de los Horvarth entró en la habitación más colorado que un tomate, como le pasaba cuando la mejor amiga de su hermana andaba cerca.

—M-mamá pre-pregunta si… si os v-vais a quedar a… esto… a cenar.

Se ponía tan nervioso cada vez que su mirada coincidía con la figura de Saoirse que daba la sensación de que su cerebro sufría un cortocircuito y hacía que su lengua dejara de funcionar. A Janine aquella situación le hacía gracia y solía tomarle el pelo a su amiga diciéndole que si ella quisiera podrían ser cuñadas, aunque no lo comentaba delante de Dwight, nunca, por supuesto, sin embargo la mirada que le echó a la pelirroja en ese instante lo decía todo sin necesidad de pronunciar palabra alguna.

—No, no —respondió ignorando el gesto de Janine. El encaprichamiento del chico le parecía tierno, pero nada más. No era más que un niño—. Hoy hay noche de baile en la taberna y yo eso no me lo pierdo. —Estaba ansiosa por tener algo de diversión después de tantos y tantos días trabajando—. De hecho creo que deberíamos irnos ya.

No podían comparar su pequeña taberna con ninguna de las discotecas que había en Windenburg, pero era lo que tenían. La noche de baile básicamente consistía en retirar una de las mesas y poner en su lugar una minúscula pista de baile, no era mucho, desde luego, ni siquiera había sitio para un puesto de DJ; pero con cuatro jóvenes mal contados que vivían en el pueblo tenía la ventaja que siempre estaba libre. Nada que ver con los abarrotados clubs de la ciudad vecina.

—Venga, ¡vamos a la pista que está vacía! —La pelirroja arrastró a sus amigos nada más llegar, necesitaba divertirse con urgencia.

Pasaron un buen rato bailando, en especial Ian, que movía el esqueleto dejándose llevar totalmente desinhibido, y eso que todavía no habían bebido ni una gota. Saoirse también disfrutaba, aunque sin darse cuenta se había sorprendido pensando en el idiota del verano. Se quejaba porqué se aburría pero luego una noche como esa en la que podría divertirse un poco no aparecía por ninguna parte. ¿Pero por qué lo compadecía? ¡La culpa era suya! Era él quien había decidido ser un borde y no relacionarse con la gente. Si fuera una persona normal estaría allí, ellos mismos le habrían dicho de venir.

Se obligó a dejar de pensar en ese impresentable y fue a la barra a pedir algo, además así también le daba un pequeño descanso a sus pies, algo que su primo debió agradecer porque no tardó en seguirla.

—Hola, chicos. Decidme, ¿es cierto eso qué he oído por ahí? —Sara, la tabernera y dueña del local, aprovechó para sonsacarles información mientras les preparaba las bebidas.

—No sé, primero tendrás que contarnos qué has oído.

—Pues que tenéis pensado marcharos a San Myshuno el año que viene.

—Emm… Sí —Se volvió un segundo hacia el rubiales, mirándolo con cara de circunstancias. No debían airear que él también pensaba marcharse, al menos no hasta el último momento—. Es cierto a medias. Janine y yo si estamos haciendo planes para irnos, pero Ian no se va a venir con nosotras.

—¿Ah no? —El susodicho negó con la cabeza sin pronunciar palabra—. Bueno, no voy a ser yo quien se queje por que sean los chicos guapos quienes se quedan en el pueblo.

—Puede que al final no sea el único que se quede. Si no encuentro una forma de ganar dinero no voy a poder mudarme.

—¡Pues busca un trabajo, chiquilla!

—No es tan fácil. No hay mucha faena que hacer por aquí. —A parte de trabajar en la granja, pensó, pero cada familia se ocupaba de administrar la suya propia.

—¿Cómo qué no? Si aquí la gente trabaja todo el día. Está tan ocupada que no tiene tiempo ni de hacer pequeños recados, yo misma tengo una lista de tareas pendientes que no sé ni cuando podré hacer.

De pronto lo vio claro. Esa era la solución. La forma perfecta de ganar dinero sin tener que buscar un trabajo mediocre fuera del pueblo.

—¿Y si me encargara yo de esos recados? Así podría conseguir el dinero que necesito y ayudar a la gente del pueblo al mismo tiempo. ¡Es perfecto!

—Quizá no sea una mala idea.

Sara empezó por pedirle algo sencillo: un puñado de arándanos para saciar el apetito; no sabía muy bien si es que no se fiaba mucho de ella o realmente lo tenía en su lista. Aunque sospechaba que era más bien lo primero. ¿Cómo iba a tener hambre la dueña de la única taberna del pueblo cuando podía picar de aquí y de allí mientras servía platos para los demás? No tenía mucho sentido. ¡Pero daba igual! Llevaba los arándanos en el bolsillo, así que se los entregó. El trabajo más sencillo de su vida. En menos de cinco minutos ya había ganado 90 simoleones.

Ahora solo hacía falta correr la voz y que todo el mundo se enterara de que debía contactar con ella si tenía alguna tarea pendiente, algo que estando la tabernera metida en medio del meollo no tardaría en suceder. En menos de veinticuatro horas ya lo sabría todo el pueblo. No le cabía duda.


Prepárate, Villagallina, hay nueva chica de los recados.

CONTINUARÁ...





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2 комментария


Yrandsims
Yrandsims
25 сент. 2021 г.

Que guay Sao ( tengo que grabarme el nombre tia,😍) felicidades! Me pare e una gran idea para conseguir dinerico ❤️❤️ san myshuno preparate 🤭🤭🤭

Лайк
Kiliara Unia
Kiliara Unia
26 сент. 2021 г.
Ответ пользователю

Sao está súper emocionada. Al fin podrá cumplir su sueño de largarse de la granja 😅

Лайк
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