Capítulo 2. Rutina
- Kiliara Unia
- 19 sept 2021
- 4 Min. de lectura
Todos los días eran iguales. Vivir en Villagallina de la Bolsona era como estar encerrado en un bucle temporal en el que cada día hacía exactamente lo mismo. Despertar de buena mañana con el canto del gallo, dar de comer a las gallinas, cuidar y ordeñar la vaca; sin olvidar por supuesto la tarea más tediosa de todas: ocuparse de los cultivos. Saoirse casi prefería dejarse picar por mil abejas que pasar otro segundo más entre lechugas.

Porque daba igual los obstáculos que la vida pusiera en su camino, ni siquiera importaba el tiempo, ya podía llover o nevar que ellos tenían que salir ahí fuera y ocuparse de la granja; por mucho que se cayeran, y ella se caía mucho, debían levantarse; si el abuelo iniciaba un fuego y casi se quemaba, había que apagarlo y seguir; incluso aunque les cayera un rayo encima, como a mamá, debían encontrar la manera de sobreponerse y continuar trabajando. Así de dura era la vida en la granja.

Así era también como se llevaba sus vacaciones por delante. Porque, ¿quién podía disfrutar del verano si llegaban las tres de la tarde y ya estaba agotada y llena de barro? Nadie. Ningún adolescente, al menos. Esos pensamientos martilleaban su cabeza durante su escaso momento de relax en el baño, lo que le impedía desconectar y tranquilizarse. No podía dejar de darle vueltas al tema. Puede que en su familia fueran granjeos y no les importara todo eso, pero ella no, desde luego, ese no era su destino. Su lugar estaba en otra parte, solo tenía que correr hacia él. Pensaba hacerlo, por supuesto. En menos de un año estaría lejos de allí, solo necesitaba los fondos necesarios para ello.

Sus ansias de salir de allí le llevaban a discutir con su madre, algo que últimamente ocurría a menudo. Casi era otro hecho más que se sumaba a ese ciclo sin fin que era su vida, su día de la marmota particular.
—Pero mamá, ¿es que no lo entiendes? ¿Cómo voy a conseguir dinero si me paso el día trabajando en la granja?
—No te pasas aquí el día, tienes toda la tarde libre para hacer lo que quieras.
—¡Pero si a esas horas ya estoy agotada! ¿No ves que me levanto antes que el sol?
—Pero mira que eres exagerada. Igual si no estuvieras con el móvil hasta las mil y quinientas y te fueras a dormir antes, como el resto, no estarías tan cansada.
—¡Pero es que yo no soy una anciana como vosotros! No me voy a ir a dormir a las ocho de la tarde. ¡Se supone que soy joven, que es mi momento de hacer locuras y disfrutar de la vida!
—¿Me acabas de llamar vieja? —Ayla intentaba mantener la serenidad y no acabar gritándole a su hija, pero a veces se lo ponía difícil—. Mira, jovencita, si lo que quieres es ir a hacer locuras por ahí entonces prefiero que te quedes en casa. —Sin esperar replica alguna, salió de la casa para continuar trabajando en los cultivos; puede que su hija hubiera acabado sus tareas, pero ella todavía tenía cosas que hacer.
—No, mamá, no me estás entendiendo —replicó sin dejar de seguirla—. Lo que quiero es tener tiempo para mí, para tener un trabajo, para estar con mis amigos. ¡No quiero estar encadenada a la granja!
—Pues tendrás que entender que esta granja es nuestra forma de vida, nuestro sustento. Sin ella no tendríamos un techo sobre nuestras cabezas ni nada que llevarnos a la boca, así que tienes que colaborar y arrimar el hombro en lo que puedas. Como has dicho somos una panda de viejos, así que necesitamos toda la ayuda posible.
—Pero…
—No. No quiero seguir discutiendo. Tengo muchas cosas que hacer. ¿Por qué no disfrutas de ese tiempo libre que según tú no tienes y te vas a dar una vuelta y te relajas?

Vale, sí, la granja era un horror y vivir en un pueblecito aislado de todo era aburridísimo, pero debía admitir que el entorno era precioso y correr en mitad de la naturaleza le ayudaba a tranquilizarse; dudaba mucho que haciendo lo mismo en la ciudad lograra desconectar tan rápidamente de sus problemas. Aunque no siempre se podía huir de la pesadilla de un mal día, incluso refugiándose en la belleza de Bosquezarza.

Era él. Otra vez. El universo se estaba riendo de ella plantándole a semejante imbécil delante de sus narices cuando lo que intentaba era tener un momento de paz. ¿Y qué diablos estaba haciendo? Desde el otro lado del rio podía escuchar perfectamente sus gritos y le veía mover los brazos de forma extraña. Parecía un loco. Puede que lo fuera. Muy normal no le había parecido. Pero no, al acercarse pudo apreciar lo que estaba haciendo.

—¿Pero a ti que te pasa? —le reprendió nada más llegar junto a él —. ¿Te parece normal asustar al pobre conejo?
—¿Y a ti qué te importa? Igual es que el bicho ese me ha hecho algo, ¿no lo habías pensado?
—Lo dudo. Los conejos de por aquí son muy mansos. Siempre que los trates bien, claro. Deberías tenerlo en cuenta si no quieres sufrir las consecuencias.
—Bah. Como si algo tan pequeño pudiera...
—¡BUH! —exclamó de repente. El forastero se encogió del susto, dejando escapar un gritito.
—¡Pero qué coño! —Saoirse empezó a reírse por la reacción que había tenido—. ¿Pero a ti que te pasa?
—No puedo creer que haya funcionado. Te asustas con muy poco —dijo sin dejar de descojonarse—. Pero, mira, ahora ya sabes cómo se ha sentido el conejo.

—¡Pero qué coño! —Saoirse empezó a reírse por la reacción que había tenido—. ¿Pero a ti que te pasa?
—No puedo creer que te asustes con tan poco —dijo sin dejar de descojonarse—. Pero ahora ya sabes cómo se ha sentido el conejo.
—¿Y qué otra cosa quieres que haga? Si aquí no hay nada divertido, solo tenéis bosque.
—Igual si no fueras tan capullo podrías pasar un buen rato con la gente de por aquí. —comentó recriminándole la actitud que tuvo durante su primer encuentro.
—¿Así que me insultas y soy yo el capullo? Déjame en paz, anda.

—Sí, mejor me voy, no vaya a ser que se me pegue algo.
—Eso. Vete. ¡Estoy mejor solo!
—Ya claro. —Dio media vuelta y se puso a correr de nuevo marchándose por donde había venido; aunque no sin antes lanzarle una última pullita—: ¡Eso díselo a los conejos!

CONTINUARÁ...
Jajaj menudo par de dos saltan chispas tia. Y me da penica Saoirse, perdon si no lo he escrito bien, me lio mucho con su nombfe aunque me parece super bonito, pero a veces toca trabajar y ayudar en casa, aunque no nos guste y aobre todo cuando el parne no sobra 😭😭😭